¿Sabías que no todos los lubricantes son iguales?
La lubricación vulvovaginal, a menudo reducida a un simple signo de excitación sexual, es en realidad un fenómeno fisiológico mucho más complejo y multifactorial. Este proceso no solo está destinado a facilitar las relaciones sexuales, sino que cumple un papel clave en la protección del epitelio, el mantenimiento de la ecología vaginal y la prevención de microlesiones. Por ejemplo, un trabajo publicado en The Journal of Sexual Medicine (Brotto et al., 2016) señala que las mujeres que presentan alteraciones en la lubricación, ya sea por déficit basal o por respuesta insuficiente a la excitación, no solo experimentan dispareunia, sino también una mayor vulnerabilidad a infecciones recurrentes y un impacto significativo en la calidad de vida sexual.
Hoy te presentamos cuál es el mejor lubricante para la menopausia y te contamos cuál es la diferencia entre los lubricantes.
Tipos de lubricantes
Lubricante basal
La lubricación basal es el fluido presente de forma constante en la vagina, incluso sin actividad sexual o estimulación erótica.
Su función principal es mantener la mucosa hidratada, flexible y protegida, garantizando el confort diario y preservando la integridad del epitelio frente a fricción leve, microorganismos y microtraumatismos. Además, facilita el arrastre de células descamadas y microorganismos, contribuyendo a la autolimpieza vaginal.
La lubricación basal no depende de un único proceso, sino que es el resultado de la combinación de dos grandes mecanismos fisiológicos: el trasudado vascular y las secreciones accesorias.
- Trasudado vascular: la vagina, a diferencia de otros órganos como la boca o la piel, no posee glándulas propias en su epitelio. Por ello, el mecanismo central que le permite mantenerse hidratada es el paso de plasma a través de los capilares subepiteliales.
¿Cómo ocurre?
En la lámina propia del epitelio vaginal existe un plexo vascular muy denso, formado por capilares y vénulas. Estos vasos mantienen una presión hidrostática interna que favorece la salida de pequeñas cantidades de líquido hacia el espacio intersticial. El epitelio vaginal, al no ser queratinizado, es relativamente permeable, lo que facilita que una fracción de este plasma atraviese la barrera epitelial y llegue hasta la superficie de la mucosa.
Durante este proceso, parte de los electrolitos, especialmente el sodio (Na⁺), son reabsorbidos activamente por el epitelio. Lo que queda es un fluido más diluido, rico en agua, potasio (K⁺), cloruros y pequeñas cantidades de proteínas plasmáticas, que actúa como una película lubricante natural.
¿Por qué es importante?
Este mecanismo es importante pues asegura que la vagina nunca esté completamente seca, incluso cuando no hay excitación sexual. Este trasudado vascular constituye la base indispensable de la humedad vaginal y explica por qué mujeres con buena vascularización y niveles adecuados de estrógenos perciben mayor confort genital.
- Secreciones accesorias: aunque el trasudado vascular es el principal responsable del volumen de fluido basal, existen pequeñas pero significativas contribuciones glandulares que enriquecen esta lubricación.
- Glándulas de Bartholin: localizadas en el vestíbulo vaginal, secretan un moco viscoelástico que, aunque está pensado sobre todo para la fase de excitación sexual, también aporta pequeñas cantidades en reposo. Su moco contiene mucinas y proteínas que ayudan a reducir la fricción en la entrada vaginal.
- Glándulas de Skene: ubicadas alrededor de la uretra, su secreción es menor en volumen, pero añade factores antimicrobianos como la urodilipina y algunas proteínas de defensa innata, que ayudan a proteger la región urogenital.
- Moco cervical basal: el cérvix produce secreciones durante todo el ciclo menstrual, aunque su cantidad y viscosidad varían según el perfil hormonal.
Incluso en ausencia de ovulación o excitación, existe una secreción basal mucosa que desciende lentamente hacia la vagina por capilaridad y gravedad. Este moco es rico en inmunoglobulinas (IgA secretora), mucinas y glicoproteínas, que refuerzan la protección frente a patógenos.
Aunque el volumen que aportan estas secreciones accesorias es reducido, su composición cualitativa es esencial: aportan sustancias antimicrobianas, modulan la viscosidad del fluido y mejoran la resistencia de la mucosa frente a agentes irritantes. Se estima que en conjunto representan menos del 20% del total del fluido basal, pero sin ellas la protección inmunológica sería deficiente.
Así pues, el fluido basal contiene principalmente agua, electrolitos (Na⁺, K⁺, Cl⁻), restos celulares epiteliales descamados y productos metabólicos de la microbiota vaginal. Entre estos últimos destacan el ácido láctico y otros ácidos orgánicos derivados del metabolismo del glucógeno por los lactobacilos, que son esenciales para el mantenimiento de la homeostasis vaginal. Así, se consigue tener un pH ácido (3,5 a 4,5), lo cual actúa como una barrera protectora natural contra patógenos oportunistas como Gardnerella vaginalis o Candida albicans. Sin embargo, este pH viene muy influenciado por la acción de los estrógenos, por lo que cuando estos disminuyen durante la menopausia, el pH suele aumentar hasta alcanzar valores neutros o incluso básicos. Estudios recientes han mostrado que la alteración de este pH y de la microbiota (disbiosis) se asocia con un mayor riesgo de infecciones genitales y síntomas de sequedad (Miller et al., 2016).
La lubricación basal es un marcador indirecto del estado hormonal y del equilibrio vaginal. Su disminución suele relacionarse con situaciones de hipoestrogenismo (posparto, lactancia, menopausia, uso de anticonceptivos de baja dosis estrogénica o tratamientos supresores hormonales). Esto explica por qué muchas mujeres describen “sequedad” o “ardor” incluso fuera del contexto sexual.
Lubricación durante la excitación sexual
La lubricación sexual es una respuesta fisiológica rápida que ocurre durante la excitación. Se caracteriza por un aumento brusco del volumen de fluido vaginal, mucho mayor que el que existe en condiciones basales. Tiene varias funciones:
1. Reducción de la fricción y prevención del dolor
La primera función de la lubricación es puramente mecánica: crear una película acuosa que recubre las paredes vaginales y reduce la fricción durante la penetración. Gracias a ello, se evita el dolor, el sangrado y la aparición de microlesiones epiteliales que, además de ser molestas, podrían convertirse en una puerta de entrada para infecciones.
Cuando este mecanismo falla —como suele ocurrir en mujeres posmenopáusicas con déficit de estrógenos— aparece la dispareunia, el dolor durante la penetración, que ilustra a la perfección la importancia de la lubricación como factor protector.
2. Facilitar la fertilización
como se ha comentado, en condiciones basales el pH vaginal se mantiene ácido. Sin embargo, durante la excitación sexual el trasudado vascular aporta plasma con menor acidez, produciendo una neutralización temporal del pH. Este cambio, aunque breve, cumple una función reproductiva clave: al disminuir la acidez, se crea un ambiente más favorable para la supervivencia y movilidad de los espermatozoides tras la eyaculación intravaginal. Además, el efecto combinado de una mucosa bien hidratada, un pH menos hostil y la película fluida que recubre la vagina genera un medio óptimo para la migración espermática hacia el cuello uterino.
Desde un enfoque evolutivo, estos mecanismos muestran que la excitación sexual femenina no solo potencia el placer, sino que también está diseñada para maximizar las probabilidades de concepción, integrando protección, comodidad y función reproductiva en un mismo proceso fisiológico.
Al igual que la lubricación basal, la lubricación durante la excitación depende de un conjunto de varios mecanismos similares al de la lubricación basal, pero con diferencias:
Trasudado vascular
Durante la excitación, la estimulación nerviosa libera mediadores vasoactivos (como NO y otros péptidos) que provocan vasodilatación y congestión local en el plexo vascular del epitelio vaginal. Este aumento del flujo sanguíneo eleva la presión intravascular, lo que empuja el plasma a través de la pared capilar hacia el espacio subepitelial, y llegando finalmente a la superficie.
Este trasudado presenta una composición ligeramente distinta a la basal: contiene más potasio y menos sodio, asemejándose al plasma sanguíneo. Gracias a este mecanismo, la vagina se cubre rápidamente por una película uniforme que asegura un recubrimiento eficaz contra la fricción y las lesiones.De la misma manera que ocurre con la lubricación basal, el trasudado vascular se complementa de secreciones adicionales de las glándulas de Bartholin y de Skene conjuntamente con el moco cervical.
De este modo, el fluido final resulta ser una mezcla de trasudado vascular y secreciones glandulares que combinan volumen, protección y componentes bioactivos.
¿Cómo se activa la lubricación sexual?
La lubricación puede desencadenarse por dos vías principales, que actúan en paralelo:
- Vía psicógena: se origina en el cerebro, concretamente en las áreas corticales y límbicas asociadas al deseo sexual. Fantasías, recuerdos, estímulos visuales, auditivos u olfativos pueden activar esta vía. El sistema nervioso central procesa la excitación y, a través del sistema parasimpático, envía la señal a los vasos sanguíneos genitales para que se dilaten y produzcan lubricación. Esto explica por qué muchas mujeres pueden experimentar lubricación incluso sin contacto físico, únicamente a través de la estimulación mental o emocional.
- Vía refleja: se activa mediante el contacto directo en zonas erógenas como el clítoris, los labios, la vagina o incluso los pezones. Estos estímulos viajan a la médula espinal y desencadenan una respuesta refleja que aumenta la vasocongestión genital. La alta densidad de terminaciones nerviosas en el clítoris lo convierte en un potente disparador de esta respuesta.
En la práctica, ambas vías se integran. La excitación psicológica puede amplificar la respuesta refleja, mientras que factores como la ansiedad o la distracción pueden bloquearla, aunque exista estimulación táctil. Además, la eficacia de este mecanismo depende de la acción hormonal —especialmente de los estrógenos, que mantienen el epitelio vaginal saludable y permeable— y de factores emocionales y relacionales.
Secreción cervical cíclica
La secreción cervical es un componente dinámico del ecosistema vaginal que varía a lo largo del ciclo menstrual bajo la influencia de las hormonas sexuales, principalmente estrógenos y progesterona. Aunque este moco no se considera parte de la lubricación sexual inducida por excitación, sí contribuye significativamente a la humedad basal percibida y puede modificar la viscosidad del contenido vaginal, influyendo en la sensación de “flujo fisiológico” que muchas mujeres notan.
Fase folicular y preovulatoria: influencia de los estrógenos
Durante los días previos a la ovulación, los niveles de estrógenos aumentan progresivamente, estimulando la actividad secretora del epitelio cervical. Como resultado, el moco cervical se vuelve más abundante, acuoso y elástico, con una textura clara y transparente.
Esta consistencia facilita su descenso hacia la vagina, donde se mezcla con la secreción basal y las secreciones de glándulas accesorias, aumentando la sensación de humedad. Este moco periovulatorio no solo contribuye a la percepción subjetiva de lubricación, sino que también cumple una función reproductiva: actúa como un medio favorable para el transporte y supervivencia de los espermatozoides, optimizando la fertilización.
Fase lútea: Predominio de progesterona
Tras la ovulación, durante la fase lútea, la progesterona se convierte en la hormona dominante. Bajo su efecto, el moco cervical cambia radicalmente: su producción disminuye, el volumen se reduce y se vuelve más espeso y pegajoso, con menor elasticidad y mayor viscosidad.
Este moco más denso dificulta el paso de microorganismos y espermatozoides, reforzando la función barrera del cérvix, pero al mismo tiempo reduce la sensación de humedad vaginal. Por ello, muchas mujeres perciben una disminución del flujo y una menor “lubricación” basal durante esta fase del ciclo.
¿Y durante la menopausia?
Con la llegada de la menopausia, la producción de estrógenos disminuye de manera significativa. Este hipoestrogenismo provoca cambios profundos en la secreción cervical, disminuyendo drásticamente el volumen de moco y haciéndolo más espeso y pegajoso, lo que dificulta el descenso hacia la vagina.
A continuación, te dejamos cuál es el mejor lubricante para la menopausia y por qué.
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Referencias
- Chappell, C. A., Rohan, L. C., Moncla, B. J., Wang, L., Meyn, L. A., Bunge, K., … & Mahal, L. K. (2014). The effects of reproductive hormones on the physical properties of cervicovaginal fluid. American Journal of Obstetrics and Gynecology, 211(3), 226.e1–226.e7. https://doi.org/10.1016/j.ajog.2014.03.041
- Gorodeski, G. I. (2000). Effects of menopause and estrogen on cervical epithelial permeability. The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, 85(7), 2584–2589. https://doi.org/10.1210/jcem.85.7.6715
- ScienceDirect. (n.d.). Vaginal lubrication. ScienceDirect. https://www.sciencedirect.com/topics/medicine-and-dentistry/vaginal-lubrication
- Mas, M. (2007). Fisiología de la respuesta sexual femenina: actualización. Revista Internacional de Andrología, 5(1), 11–21. https://doi.org/10.1016/S1698-031X(07)74029-3
- Brotto, L. A., Chivers, M. L., Millman, R. D., & Albert, A. (2016). Mindfulness-based sex therapy improves genital-subjective arousal concordance in women with sexual desire/arousal difficulties. Archives of Sexual Behavior, 45(8), 1907–1921. https://doi.org/10.1007/s10508-015-0689-8