Los sofocos se intensifican tres veces más en verano
Te lo has notado, ¿verdad? En invierno, un sofoco es casi anecdótico: viene, te descoloca un poco, y se va. Pero en verano… boom. Uno, dos, tres… y ya perdiste la cuenta antes de llegar al desayuno. Y no es que estés exagerando. Es la realidad (científica): un estudio con más de 13 000 mujeres demostró que cuando la temperatura alcanza los 31 °C, los sofocos diarios pueden triplicarse. Sí, sí: pasar de unos 3 al día en climas frescos (19 °C) a más de 12 con calorazo.
Y como si no fuera suficiente, también duran más: de 2 minutitos molestos a 6 minutos de incendio corporal. ¿Y por la noche? Los sudores nocturnos aumentan un 50 % en junio respecto a enero. Vamos, que el verano no solo te derrite el helado… también tus niveles de paciencia.
¿Por qué en verano los sofocos se descontrolan?
1. Tu termostato interno está más sensible de lo normal
Durante la menopausia, los estrógenos bajan en picado y el hipotálamo —ese pequeño controlador de la temperatura interna— se vuelve ultra sensible. Resultado: cualquier mínima variación térmica se interpreta como alerta máxima, y tu cuerpo reacciona como si estuvieras caminando por el Sahara a mediodía. Lo que antes era un “uff, qué calor” ahora es un “¡socorro, me derrito!”.
2. Calor+humedad = la combo mortal
El verano mediterráneo es precioso, sí, pero también trae calor pegajoso y humedad que lo complica todo. Tu cuerpo intenta enfriarse sudando, pero con la humedad, ese sudor no se evapora como debería, y terminas aún más caliente. Es como si llevaras una manta invisible que no puedes quitarte. Todo esto intensifica (y mucho) los sofocos y los sudores nocturnos.
3. Alcohol, estrés y moda apretada: los mejores aliados del sofoco
El verano también trae otras «delicias»: más cenas, más viajes, más estrés logístico (¿dónde están los bañadores?), más comidas picantes, más prosecco en terrazas y sí, más tops ajustados que no transpiran ni por decreto ley. Todo esto suma puntos para que tu cuerpo decida activar el modo bochorno total cada dos por tres.
Guía express (y necesaria) para sobrevivir al infierno veraniego menopáusico
A ver, no podemos cambiar el clima (ojalá), pero sí que podemos armarte con recursos reales, prácticos y con flow para que sobrevivas a esta etapa sin salir derretida por la vida.
1. Ropa ligera, transpirable… y estilosa
Olvídate del poliéster. De verdad. Tus aliados son el lino, el algodón, los tejidos naturales y sueltos. Los colores claros ayudan a reflejar el calor y si puedes llevar un abanico en el bolso, mejor. Estilo y funcionalidad van de la mano.
Extra tip: mini ventilador portátil. No es broma. Las que lo usan, no vuelven atrás.
2.Hidrátate muuuuuucho
Bebe más de lo que crees que necesitas. Agua, infusiones frías, caldos vegetales. Como mínimo 1,5–2 litros al día.
¿Truco estrella? Spray facial, cubito de hielo en la nuca, o toalla fría en el bolso.
3. Comidas anti-sofocos
Evita el trío que da calor: café, alcohol y picante.También las comidas grasas que solo suman trabajo digestivo y más calor interno.
Mejor apuesta por lo que ayuda a enfriar: gazpacho, melón, pepino, frutas de temporada, tofu, semillas de lino y soja por sus fitoestrógenos naturales.
3. Clima interior a tu medida
Duerme con la habitación a unos 20–22 °C. Usa ventilador, aire acondicionado o abre ventanas estratégicamente. Y para las sábanas, nada de mantas nórdicas ni microfibras. Algodón fino o lino, siempre. Que el descanso no sea una batalla campal.
3. Muévete, pero con mimo
No, no necesitas correr un maratón en agosto. Pero sí mantenerte activa: yoga, caminar a primera hora, estiramientos, un poco de baile con tus canciones favoritas… Todo lo que ayude a regular la temperatura interna y a mantener el estrés a raya, que ya sabemos que el estrés también da calor.
En resumen…
El verano puede intensificar los síntomas de la menopausia, pero hay formas reales y prácticas de cuidarte y sentirte mejor.
No se trata de “aguantar” o resignarse, sino de adaptar tu día a día con pequeñas estrategias que pueden marcar una gran diferencia.
Los sofocos no definen quién eres. Estás atravesando una etapa de cambio, sí, pero sigues siendo tú: fuerte, capaz y completamente válida para vivir esta transición con dignidad, comodidad y confianza. Y recuerda: no estás sola.
La solución natural para los sofocos en verano.
Además de todos estos consejos prácticos, existen suplementos naturales que pueden ayudarte a regular los sofocos desde dentro.
Equilibrio de DOMMA está diseñado para acompañarte durante la perimenopausia y la menopausia, ayudando a estabilizar el termostato interno y a reducir la intensidad y frecuencia de los calores (también los nocturnos).
Su fórmula combina activos como la salvia, el lúpulo, la schisandra o la ashwagandha, plantas reconocidas por su capacidad para apoyar el equilibrio hormonal de forma natural y sin hormonas añadidas.
Cuando tu cuerpo recupera su centro, el bienestar también vuelve a encontrar su sitio.
EQUILIBRIO
Referencias
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